Juan Roberto Diago: el problema racial en Cuba

Juan Roberto Diago: el problema racial en Cuba

A unos días de abierta la exposición Juan Roberto Diago: El pasado de este presente afrocubano, en el Lowe Art Museum de la Universidad de Miami, el Consejo de Ministros de Cuba, anunciaba el Programa Nacional contra el racismo y la discriminación racial.

La obra de Juan Roberto Diago (La Habana, 1971) entronca con un sólido movimiento de intelectuales de entre siglos que teorizan y debaten el problema racial en Cuba y su condición de exclusión y silenciamiento heredado desde la colonia y acentuado por la crisis que vivió el país a raíz de la caída del bloque socialista y la instauración del denominado Período especial en tiempos de paz (1990-2006). Es en este contexto que aparece la propuesta de Diago.

La exhaustiva muestra permite un paneo por la enjundiosa carrera del artista que puede, a grandes rasgos, subdividirse en dos líneas de trabajo. Una más narrativa donde encontramos géneros típicos de la historia del arte; y la segunda, caracterizada por la síntesis tanto a nivel formal como conceptual.

Desde los primeros años de su carrera, Diago está interesado en su entorno inmediato (el barrio de Pogolotti) y el hombre que lo habita. Los mitos y culturas subalternas encuentran eco en los materiales reciclados que soportan su propuesta construyendo un efectivo alegato en torno al creciente problema del racismo en la sociedad cubana.

La exploración de géneros tradicionales de la historia en la obra de Diago es reconocimiento, auto-reconocimiento y denuncia. El retrato, género de autoafirmación y empoderamiento por excelencia, sirve al artista para devolver la visibilidad al individuo negro, emplazándolo en el espacio de representación no a partir de los folclorismos típicos del negrismo que dominó en la vanguardia visual y la literatura cubana de los años 30 sino del humano. Asumido como entelequia, el retratado, en su dignidad estoica, deviene acusatorio con su mera presencia. Un poco, como reza una de sus obras: “Yo vivo aquí”.

Al retratado no lo secunda ningún atributo que denote su condición social. Es este un retrato atemporal donde la frontalidad del rostro, la cabeza limpia y el semblante inexpresivo, nos interpela. Los ojos a modo de cuencas vacías y la ausencia de boca enfatizan el protagonismo de la mirada: seres que todo lo ven y sin embargo están privados del habla.

‘Sin Título (Untitled)’, 2011, medio mixto sobre lienzo, 50 x 39 pulgadas. Cortesía Lowe Art Museum

Sin Título, 2011, es una suerte de declaración de artista donde a partir del concepto de dualismo (espacio positivo-negativo, blanco-negro, arriba-abajo), Diago resume magistralmente el carácter fracturado de la sociedad cubana contemporánea y el reclamo de la comunidad afrodescendiente a su participación integral en la misma.

En sus naturalezas muertas, cargadas de todo el peso histórico y moral que caracteriza al género, el búcaro deviene nganga. Matando Flores, 2001, contiene tres instancias (un poco a lo Kosuth). El referente original no existe. Asistimos a tres representaciones que como apariciones se van corporeizando progresivamente. Esta reiteración parece apuntar a una suerte de acto mágico donde la persistente invocación termina por hacer visible lo invisible. Las connotaciones de la pintura de vanitas son también esenciales.

Los paisajes de Diago nacen del contexto de marginalización, negación histórica y reciclaje. Son una suerte arqueología urbana que devuelve al excluido a la palestra pública. Pasajes suprimidos, personajes marginados y voces silenciadas reivindicadas a través del material y la palabra encarnada en el grafiti (ese grito sigiloso y anónimo, las más de las veces nacido en medio de la noche en gesto clandestino). “Mi historia es tu historia”; “España, devuélveme mis dioses”; “Difícil no es ser hombre, es ser negro”; son algunos de los alegatos asfixiados por la historia oficial y devueltos al mainstream a través de la pintura de Diago.

De la serie ‘Yo tengo mi historia (From the Series: I Have My History)’, 2003, medio mixto sobre madera, 34 x 22 5/16 pulgadas. Cortesía Jean Marc Ville/Lowe Art Museum

La segunda vertiente de la obra de Diago, compendio de la primera, se depura de los elementos narrativos que ya están en definitiva contenidos (“cargados”) en su propuesta. Diago se centra ahora en el fragmento y, por sobre todo, esa zona limítrofe que ya sea sutura o rebaba, apunta a la cicatriz (queloide y escarificación a un tiempo) como personificación de la memoria.

Podría decirse que asistimos a una nueva cartografía de esa nación fragmentada, cuya única sanación posible es a partir del reconocimiento y cuidado de sus heridas. Es este justo el punto al que se encuentra avocada la nación cubana de hoy.

Janet Batet es escritora, curadora y crítica de arte. Escribe para diferentes publicaciones, galerías y museos.
‘Juan Roberto Diago: El pasado de este presente afrocubano’ , 
Lowe Art Museum de la Universidad de Miami, 1301 Stanford Drive; Coral Gables, Florida. Hasta el 19 de enero.

POR JANET BATET ESPECIAL/EL NUEVO HERALD

‘Día de Reyes (Three Kings Day)’, 2019, medio mixto sobre lienzo, 78 11/16 x 192 7/8 pulgadas. CORTESÍA LOWE ART MUSEUM/DIAGO